martes, 30 de junio de 2009

Fútbol y cultura...¿Una contradicción?


Hace hoy una semana, sentados en una terraza a dos pasos del barrio gótico de Barcelona, y cuando apenas habían pasado unas horas del multitudinario recibimiento al Barça tras ganar la Champions, una de las personas más importantes de la cultura española en las últimas décadas me dijo: “Dejé de llevar a mi hijo al fútbol cuando los hinchas cambiaron los aplausos de cortesía con los que recibían al equipo rival por pitos e insultos”.

He dejado pasar unos días, hasta que los telediarios han cesado en su pertinaz repetición de imágenes de goles y aclamaciones antes de colgar el post con esa observación. Un comentario a contracorriente de lo visto en estas semanas. Incluso, volviendo la vista atrás, de lo que hemos percibido en los últimos años, cuando no pocos intelectuales se han dedicado a cantar las excelencias del fútbol, su estética y su papel como cemento social ahora que las religiones y las ideologías separan más que nunca. De todo eso se ha hablado mucho: el Barça es más que un club, el Athletic tiene la mejor afición del mundo, etc. Y no quiero dejar de citar a Guardiola, un entrenador que es capaz de explicarse muy bien y que termina las frases, cosa no tan frecuente entre sus colegas. Incluso lee poesía y participó, siendo jugador, en una campaña de fomento de la lectura a cargo de la Generalitat.

Todo eso está muy bien, siempre que no olvidemos que los estadios son lugares muy poco recomendables para las almas sensibles. Lugares en los que se insulta a los rivales y al árbitro, se hace apología del racismo, los gentilicios se usan como agravios y se refuerzan con adjetivos poco elegantes ('puto vasco', 'español hijo de puta' y otras lindezas que ustedes conocen) y finalmente se aclama como héroes a unos deportistas superprofesionalizados, que cobran verdaderas fortunas por hacer su trabajo (y primas millonarias por ganar, como si el sueldo no fuera suficiente).

Son las luces y las sombras de un espectáculo en el que están en juego enormes sumas, gestionadas por personas que en general no disponen de la preparación suficiente para ello y que en no pocos casos están ahí para sacar tajada. No me extraña que haya quien no desee que sus hijos vayan al campo. Prefieren ver el fútbol por TV. Se nota más su brillo y se hacen menos perceptibles sus miserias.

Por: César Coca

1 comentario:

  1. A mi me parece que el fútbol se ha vuelto una ideología y un modo de vivir, dependiendo de que equipo seas sigues una tendencia que maneja tu vida

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